sábado, 22 de abril de 2017

Desempoderamiento educativo un artículo de nuestro libro SIN PODER






Ya puedes encontrarte en alguna esquina, o a la sombra de algún árbol con el libro SIN PODER. Construyendo colectivamente la autogestión de la vida cotidiana. coordinado por Javier Encina y Ainhoa Ezeiza. 

Vamos a ir dando algunas pinceladas de los artículos que componen este libro.

Información sobre el libro http://desempoderamiento.blogspot.com.es/2017/03/sin-poder-primer-libro-de-la-tetralogia.html









Desempoderamiento educativo. Una introducción.  
Ainhoa Ezeiza y Javier Encina.

Antes de hablar de lo que es el desempoderamiento, vamos a hacer una breve aclaración de lo que no es. El desempoderamiento educativo no es una metodología, ni tiene formas organizativas prefijadas. No se busca ni la mejora ni la innovación educativa, es decir, no se trata de aprender mejor los contenidos prefijados, como puede pasar con el aprendizaje cooperativo o el aprendizaje colaborativo, que no cuestionan el objetivo sino que únicamente modifican las formas de transmisión del conocimiento predeterminado. El aprendizaje cooperativo busca la mejora de los procesos de producción a través de formas organizativas grupales que suman las partes en un todo (1+1+1+1...) y que se apoyan en asignación de roles; así, se fuerza que el alumnado participe según su rol, mediante la despersonalización y la anulación de su individualidad en favor del rendimiento. En el aprendizaje colaborativo, se supone que el todo es más que la suma de las partes, y se abren procesos de creatividad en el desarrollo de las tareas, tratando de extraer el talento de cada miembro para llegar a niveles de excelencia; en este caso, cada persona tiene que dar todo de sí con el fin de que la tarea o el proyecto sea lo mejor posible, sin cuestionar los fines, en procesos competitivos y círculos de calidad.

Ni siquiera en el caso de que el fin sea reconocido como “de bien social”, como pasa en el aprendizaje-servicio, se tiene en consideración la perspectiva de las personas-alumn@s, que se convienten en trabajador@s siguiendo un modelo social que lleva, con gran éxito, a mantener el sistema tal y como está, dificultando e impidiendo la imaginación de otros mundos posibles. Por muy “socialmente beneficioso” que sea el contenido, las formas de relación son subsumidas y sometidas a otras personas que deciden los fines y los medios. Por eso, el desempoderamiento educativo tampoco se sitúa en el marco de la escuela inclusiva, porque incluir significa excluir, significa que existe un “dentro” y un “fuera”; no se trata de que todo el mundo llegue a los contenidos desde su diversidad, sino que esa misma diversidad sea la generadora de lo que suceda, sin diseñar ni programar ni predeterminar lo que se vaya a aprender.

Cuando programamos nuestras clases, programamos al alumnado, lo robotizamos y lo consideramos objeto de observación, de evaluación y de intervención. Cuando seguimos metodologías, marcamos un camino suponiendo algo que sabemos que no es cierto: que todo el mundo aprende de la misma manera, siguiendo unos pasos determinados que dependen, además, del año de nacimiento de la persona por encima de cualquier otro aspecto de su vida.

El desempoderamiento educativo no es un sueño, no soñamos la escuela, como hacen en las comunidades de aprendizaje. Los sueños no nos sirven si son una herramienta más para señalar objetivos a priori que se imponen sobre la gente, y que vuelven a trazar un camino. El sueño supone separar el pensar del sentir y del hacer, y nos sitúa en el ámbito de la ficción y la proyección futura.

Tampoco es una utopía, algo que está fuera de lugar; algo que está fuera de los espacios y tiempos cotidianos. No se trata de una utopía porque es algo que se está viviendo ya: flexibilizando estructuras y construyendo colectivamente otros mundos que están siendo posibles...

























El tema del desempoderamiento educativo es un tema que tampoco es tan difícil de entender, otra cosa es que queramos o no queramos trabajarlo, o que nos duela perder parte de nuestro poder, pero podríamos decir que de forma general sería: que allí donde tengamos algún tipo de poder, debemos hacer dejación de él. Así, hay estudiantes que tienen poder sobre otr@s estudiantes; están l@s profesor@s que tienen poder sobre el conjunto de estudiantes; está la dirección del centro que tiene poder sobre el conjunto de profesor@s, estudiantes, personal de administración y servicio; está la escuela que tiene poder o tiene profesionalizada la educación con respecto a la comunidad; está la administración educativa que tiene poder sobre la comunidad y sobre los centros educativos... Eso en líneas generales, luego en lugares concretos a lo mejor hay una asociación de madres y padres que tiene poder dentro de un centro, o hay algun@s profesor@s que tienen un lobby, o hay una institución privada que financia y tiene poder... Justamente, lo que hay que trabajar es cómo hacer dejación de poder en cada uno de los ámbitos.

Y no es que haya que desempoderarse en todos los sitios o que se desempodere todo el mundo o si no no se puede hacer, sino realizarla en el sitio donde estemos. ¿Por qué? Fundamentalmente sería porque de esta manera vamos horizontalizando las relaciones, vamos a poder hablar con el resto de la gente que está en nuestro entorno de igual a igual, no de arriba-abajo, o vamos a ir haciendo que eso pueda ir ocurriendo, y por el otro lado, ese mismo proceso va a propiciar que se pueda construir colectivamente el conocimiento, las acciones, los sentimientos que se provocan en esas acciones, y nos enriquezcamos mutuamente todas las personas que convivimos en esta comunidad.

El desempoderamiento educativo une, en el ámbito educativo, la teoría del desempoderamiento con sus ocho pilares (cuidados, libertad, construcción colectiva, confianza, interdependencia y autonomía, alegría, decrecimiento y esperanza) con las formas de trabajar del ilusionismo social, que no es otra cosa que una forma de hacer que se basa en la dimensión dialéctica, tiene como punto de partida las metodologías participativas (especialmente la IAP) y se desarrolla en el trabajo con las culturas populares. Como eje central tiene la dinamización y generación de mediaciones sociales deseadas en los espacios y tiempos cotidianos; para ello hay que trabajar con y desde la gente, moviéndonos desde la seguridad de lo posible hacia la esperanza de lo imposible, mediante la autogestión de la vida cotidiana. Sin poder diferenciar el pensar y el sentir, la acción y el conocimiento, el reconocimiento y el aprendizaje de todos los saberes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario