Ya puedes encontrarte en alguna esquina, o a la sombra de algún árbol con el libro SIN PODER. Construyendo colectivamente la autogestión de la vida cotidiana. coordinado por Javier Encina y Ainhoa Ezeiza.
Vamos a ir dando algunas pinceladas de los artículos que componen este libro.
Información sobre el libro http://desempoderamiento.blogspot.com.es/2017/03/sin-poder-primer-libro-de-la-tetralogia.html
Desempoderamiento educativo. Una introducción.
Ainhoa Ezeiza y Javier Encina.
Antes
de hablar de lo que es el desempoderamiento, vamos a hacer una breve
aclaración de lo que no es. El desempoderamiento educativo no es una
metodología, ni tiene formas organizativas prefijadas. No se busca
ni la mejora ni la innovación educativa, es decir, no se trata de
aprender mejor los contenidos prefijados, como puede pasar con el
aprendizaje cooperativo o el aprendizaje colaborativo, que no
cuestionan el objetivo sino que únicamente modifican las formas de
transmisión del conocimiento predeterminado. El aprendizaje
cooperativo busca la mejora de los procesos de producción a través
de formas organizativas grupales que suman las partes en un todo
(1+1+1+1...) y que se apoyan en asignación de roles; así, se fuerza
que el alumnado participe según su rol, mediante la
despersonalización y la anulación de su individualidad en favor del
rendimiento. En el aprendizaje colaborativo, se supone que el todo es
más que la suma de las partes, y se abren procesos de creatividad en
el desarrollo de las tareas, tratando de extraer el talento de cada
miembro para llegar a niveles de excelencia; en este caso, cada
persona tiene que dar todo de sí con el fin de que la tarea o el
proyecto sea lo mejor posible, sin cuestionar los fines, en procesos
competitivos y círculos de calidad.
Ni
siquiera en el caso de que el fin sea reconocido como “de bien
social”, como pasa en el aprendizaje-servicio, se tiene en
consideración la perspectiva de las personas-alumn@s, que se
convienten en trabajador@s siguiendo un modelo social que lleva, con
gran éxito, a mantener el sistema tal y como está, dificultando e
impidiendo la imaginación de otros mundos posibles. Por muy
“socialmente beneficioso” que sea el contenido, las formas de
relación son subsumidas y sometidas a otras personas que deciden los
fines y los medios. Por eso, el desempoderamiento educativo tampoco
se sitúa en el marco de la escuela inclusiva, porque incluir
significa excluir, significa que existe un “dentro” y un “fuera”;
no se trata de que todo el mundo llegue a los contenidos desde su
diversidad, sino que esa misma diversidad sea la generadora de lo que
suceda, sin diseñar ni programar ni predeterminar lo que se vaya a
aprender.
Cuando
programamos nuestras clases, programamos al alumnado, lo robotizamos
y lo consideramos objeto de observación, de evaluación y de
intervención. Cuando seguimos metodologías, marcamos un camino
suponiendo algo que sabemos que no es cierto: que todo el mundo
aprende de la misma manera, siguiendo unos pasos determinados que
dependen, además, del año de nacimiento de la persona por encima de
cualquier otro aspecto de su vida.
El
desempoderamiento educativo no es un sueño, no soñamos la escuela,
como hacen en las comunidades de aprendizaje. Los sueños no nos
sirven si son una herramienta más para señalar objetivos a
priori que se imponen sobre la gente, y que vuelven a trazar un
camino. El sueño supone separar el pensar del sentir y del hacer, y
nos sitúa en el ámbito
de la ficción y la proyección futura.
Tampoco
es una utopía, algo que está fuera de lugar; algo que está fuera
de los espacios y tiempos cotidianos. No se trata de una utopía
porque es algo que se está viviendo ya: flexibilizando estructuras y
construyendo colectivamente otros mundos que están siendo
posibles...
El
tema del desempoderamiento educativo es un tema que tampoco es tan
difícil de entender, otra cosa es que queramos o no queramos
trabajarlo, o que nos duela perder parte de nuestro poder, pero
podríamos decir que de forma general sería: que allí donde
tengamos algún tipo de poder, debemos hacer dejación de él. Así,
hay estudiantes que tienen poder sobre otr@s estudiantes; están l@s
profesor@s que tienen poder sobre el conjunto de estudiantes; está
la dirección del centro que tiene poder sobre el conjunto de
profesor@s, estudiantes, personal de administración y servicio; está
la escuela que tiene poder o tiene profesionalizada la educación con
respecto a la comunidad; está la administración educativa que tiene
poder sobre la comunidad y sobre los centros educativos... Eso en
líneas generales, luego en lugares concretos a lo mejor hay una
asociación de madres y padres que tiene poder dentro de un centro, o
hay algun@s profesor@s que tienen un lobby, o hay una
institución privada que financia y tiene poder... Justamente, lo que
hay que trabajar es cómo hacer dejación de poder en cada uno de los
ámbitos.
Y
no es que haya que desempoderarse en todos los sitios o que se
desempodere todo el mundo o si no no se puede hacer, sino realizarla
en el sitio donde estemos. ¿Por qué? Fundamentalmente sería porque
de esta manera vamos horizontalizando las relaciones, vamos a poder
hablar con el resto de la gente que está en nuestro entorno de igual
a igual, no de arriba-abajo, o vamos a ir haciendo que eso pueda ir
ocurriendo, y por el otro lado, ese mismo proceso va a propiciar que
se pueda construir colectivamente el conocimiento, las acciones, los
sentimientos que se provocan en esas acciones, y nos enriquezcamos
mutuamente todas las personas que convivimos en esta comunidad.
El desempoderamiento educativo une, en el ámbito educativo, la teoría del desempoderamiento con sus ocho pilares (cuidados, libertad, construcción colectiva, confianza, interdependencia y autonomía, alegría, decrecimiento y esperanza) con las formas de trabajar del ilusionismo social, que no es otra cosa que una forma de hacer que se basa en la dimensión dialéctica, tiene como punto de partida las metodologías participativas (especialmente la IAP) y se desarrolla en el trabajo con las culturas populares. Como eje central tiene la dinamización y generación de mediaciones sociales deseadas en los espacios y tiempos cotidianos; para ello hay que trabajar con y desde la gente, moviéndonos desde la seguridad de lo posible hacia la esperanza de lo imposible, mediante la autogestión de la vida cotidiana. Sin poder diferenciar el pensar y el sentir, la acción y el conocimiento, el reconocimiento y el aprendizaje de todos los saberes.
El desempoderamiento educativo une, en el ámbito educativo, la teoría del desempoderamiento con sus ocho pilares (cuidados, libertad, construcción colectiva, confianza, interdependencia y autonomía, alegría, decrecimiento y esperanza) con las formas de trabajar del ilusionismo social, que no es otra cosa que una forma de hacer que se basa en la dimensión dialéctica, tiene como punto de partida las metodologías participativas (especialmente la IAP) y se desarrolla en el trabajo con las culturas populares. Como eje central tiene la dinamización y generación de mediaciones sociales deseadas en los espacios y tiempos cotidianos; para ello hay que trabajar con y desde la gente, moviéndonos desde la seguridad de lo posible hacia la esperanza de lo imposible, mediante la autogestión de la vida cotidiana. Sin poder diferenciar el pensar y el sentir, la acción y el conocimiento, el reconocimiento y el aprendizaje de todos los saberes.
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