martes, 18 de abril de 2017

Desempoderamiento un artículo de nuestro libro SIN PODER







Ya puedes encontrarte en alguna esquina, o a la sombra de algún árbol con el libro SIN PODER. Construyendo colectivamente la autogestión de la vida cotidiana. coordinado por Javier Encina y Ainhoa Ezeiza. 

Vamos a ir dando algunas pinceladas de los artículos que componen este libro.

Información sobre el libro http://desempoderamiento.blogspot.com.es/2017/03/sin-poder-primer-libro-de-la-tetralogia.html






El desempoderamiento. Viviendo la construcción de un nuevo mundo sin poder. Javier ENCINA y Mª Ángeles ÁVILA

Nuestro trabajo es en procesos donde potenciamos/dinamizamos/provocamos la autogestión de la vida cotidiana, y cuando vemos que las cosas ya pueden marchar por sí solas nos vamos para no crear dependencia con respecto a nosotr@s. Trabajamos la construcción colectiva de los satisfactores, o sea cómo la gente satisface sus necesidades, en esos momentos no nos da tiempo de escribir, inventamos o readaptamos herramientas para poder trabajar los problemas y soluciones, que van surgiendo durante el proceso. El proceso de escritura lo hacemos después, la mayoría de las veces como autoaprendizaje, pero también como transferencia a otros procesos o para trabajar temas de formacción... y de todos estos caminos andados y desandados nace esta reflexión.

El Poder sería un conglomerado de mediaciones sociales consentidas y compradas. Las mediaciones sociales impuestas, como veremos más adelante, no estarían dentro de las lógicas del poder sino de lo establecido, de lo que se cree inevitable.

El Poder (Estado y Mercado dominantes y Patriarcado) necesita de nuestro movimiento, de nuestro enfrentamiento, de nuestros saberes, de nuestra creatividad; para aprender y provocar la conduit (que es donde toma fuerza y sentido): nos conduce, pero para conducirnos tenemos que ser visibles y estar en movimiento, y en esa conducción es donde nos va impregnando de su conducta. Conducirnos para aprender de nosotr@s, conducirnos para evitar nuestras aristas más dolorosas al Capitalismo, conducirnos para entretenernos, conducirnos para que absorbamos la conducta deseable a la lógica del Poder y despertarnos el ansia de poder (ya se plasme en la toma del poder o en el empoderamiento o en el contrapoder).


Frente al Poder nos decantamos por el desempoderamiento que resitua el campo de juego social, deja el campo de batalla por el poder y se centra en la vida: ¡vamos a vivir nuestra vida colectiva ya!, sin esperar a derrotar nada, sin esperar al mesías, sin luchar por colocarnos mejor en una sociedad que no nos gusta. Vamos a construir nuestra vida desde ya y cada día...

El desempoderamiento no es más que hacer una dejación de poder (hacia l@s de abajo y en armonía con el entorno social y natural) que propicie una construcción colectiva. Esta dejación de poder puede ser en cualquier esfera de la vida (en las relaciones familiares, de amistad, de trabajo, de solidaridad....), puede ser individual (yo como padre/madre/hij@..., yo como amig@, yo como jef@, o como docente, o como medic@, o como funcionari@, yo como activista...), puede ser colectiva (como la que propició el EZLN en el año 2000 cuando se convirtió en un movimiento político, o sea, haciendo dejación del poder del ejército para propiciar que los pueblos de Chiapas construyan colectivamente su presente y su futuro: el Mundo Nuevo).

La nueva situación que provoca la dejación de poder en un primer momento viene marcada por la confusión y el caos creativo que dan lugar inmediatamente a horizontalidades incipientes y a un proceso de invisibilización que impide la conduit del Poder, que no encuentra un hacer que conducir, sino un magma de sentires, pensares y haceres entretejidos y que no parecen moverse hacia ningún sitio. Esa negación del Progreso (del ir hacia), y esa afirmación del vivir ahora (del estar) parecen ser barreras efectivas a la conduit que necesita de metas, objetivos, protocolos, métodos; tanto para aprender de lo nuestro, como para llevarnos en su dirección, como veremos más adelante.


Estas nuevas horizontalidades incipientes son generadoras de una nueva oleada de culturas populares que vuelven a recuperar una cosmovisión holística, en donde además de lo cultural se vuelve a incorporar lo económico y lo social. En la creación de un mundo nuevo....

Una de las características de esos nuevos mundos es su falta de necesidad de construir un discurso global y explicativo. Ante la pregunta: ¿cómo se ha hecho esto?, las respuestas más frecuentes son: ¡haciéndolo! o las cosas se hacen así. Normalmente no se trabajan sistematizaciones; seguramente no solo por falta de tiempo, sino porque no se le encuentra sentido. Lo que si se hacen son transferencias: recuperar aquellas partes del pasado (nuestro o de otro colectivo) que en este momento nos pueden ayudar para algo, ya sea para solucionar un problema parecido a uno que ya se tuvo, ya sea para no repetir un error anterior o simplemente para aliviar un momento de tensión o para provocar risa, o para recuperar la memoria de alguien que ya no está.

Son movimientos vitalistas que rompen con la tradición judeocristiana, hay una reverencia por la vida, no se desea la muerte; que se reconfigura dejando de estar omnipresente, para pasar a convertirse en el fin; que no es más que la consecuencia de haber vivido... La muerte deja de ser central, ya sea como heroísmo o fatalismo, lo heroico es vivir (madre coraje, recuperación del espacio público, incomprensión del ejercito y la guerrilla...).

Son movimientos que tienden a autorregularse y a autonutrirse en todos los ámbitos de la vida (economías populares y economías sociales y solidarias, autoformacción, recuperación de saberes populares, madres lactantes, monedas sociales...).

Son movimientos donde la horizontalidad (no confundir con asamblearismo, que solo es una herramienta para trabajar desde esa horizontalidad, se puede y se deben usar además otras herramientas para adaptarse a la gente con la que se trabaja) crea nuevas centralidades que abren hacia el protagonismo de las mujeres de forma natural (sin necesidad de cuotas ni de discriminación positiva); por el propio hecho de que la vida cotidiana se convierte en el espacio central y esto provoca el pase de los hombres a un segundo plano mediante un proceso de desempoderamiento.

Son movimientos que no tienen intención de trascender más allá de la propia vida cotidiana. Pueden ser efímeros, para volver a reconfigurarse con otros grupos, pueden durar toda la vida; pero la duración no es un valor en sí mismo, el único valor es la vida y como el movimiento nos vale para un mejor vivir, no confundir en ningún caso con para un mayor consumo. Por ello el empleo (volviendo a romper con la tradición judeocristiana) no es tampoco un eje central, sino un instrumento que a veces hay que utilizar y en otras ocasiones no nos hace falta...

En estos movimientos La Verdad con mayúsculas no existe; lo que se valora es decir las cosas por derecho (o sea decir tu opinión sin usar formas sibilinas como el Poder) y tener la vergüenza de reconocer que te has equivocado, puesto que las equivocaciones son incorporadas al proceso de aprendizaje colectivo con igual peso que los aciertos. Por eso tienen poco valor las teorías generales de explicación del mundo (porque no son por derecho: son válidas en general y para todo momento; ni tienen vergüenza: puesto que las equivocaciones se convierten en excepciones a la regla).

Nuestra acción no debe centrarse en la toma del poder (ya sea de forma en que una vanguardia promueve la insurrección, o en que una vanguardia organiza un partido y gana las elecciones), ni en el empoderamiento (que al fin y al cabo es una toma de poder, habitualmente en el marco de las lógicas dominantes); sino en la autogestión colectiva de la dejación de poder con el horizonte utópico de su disolución. La autogestión nos cambia la mirada desde la toma del poder al poder hacer/sentir/pensar, lo que implica saberes, habilidades y quereres. Además, siempre hace referencia a una dimensión colectiva que parte del flujo social, del hacer/pensar/sentir de otr@s y con otr@s.

Para ir construyendo la autogestión colectiva de la dejación de poder (el desempoderamiento) es necesaria en primer lugar la resistencia (diciendo NO), tanto en el nivel de oposición/conciencia, como en el de interacción creativa. En segundo lugar es necesaria la ruptura que abra hacia la innovación; que de lugar a nuevas propuestas que provoquen renunciar a la identidad y potenciar las identificaciones (dispersando el poder). Y en tercer lugar, cauces de participación que den forma a la oposición/interacción/innovación que tendrán que construirse en el proceso, fruto de las diversas acciones que se vayan realizando.



Para comprender el desempoderamiento tendríamos que visualizarlo asentado sobre ocho pilares, que tienen que guardar un equilibrio, aunque sea inestable a lo largo del proceso, aunque en cada momento puede haber predominancias, que hay que equilibrar: cuidados, libertad, construcción colectiva, confianza, interdependencia y autonomía, alegría, decrecimiento y esperanza

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