domingo, 23 de abril de 2017

Doce preguntas sobre el decrecimiento un artículo de nuestro libro SIN PODER






Ya puedes encontrarte en alguna esquina, o a la sombra de algún árbol con el libro SIN PODER. Construyendo colectivamente la autogestión de la vida cotidiana. coordinado por Javier Encina y Ainhoa Ezeiza. 

Vamos a ir dando algunas pinceladas de los artículos que componen este libro.

Información sobre el libro http://desempoderamiento.blogspot.com.es/2017/03/sin-poder-primer-libro-de-la-tetralogia.html








Doce preguntas sobre el decrecimiento. 
Carlos Taibo


1. En el momento presente, ¿es inequívocamente saludable el crecimiento económico?

La visión dominante en las sociedades opulentas sugiere que el crecimiento económico es la panacea que resuelve todos los males. A su amparo --se nos dice-- la cohesión social se asienta, los servicios públicos se mantienen, y el desempleo y la desigualdad no ganan terreno.

Sobran las razones para recelar, sin embargo, de todo lo anterior. El crecimiento económico no genera --o no genera necesariamente-- cohesión social, provoca agresiones medioambientales en muchos casos irreversibles, propicia el agotamiento de recursos escasos que no estarán a disposición de las generaciones venideras y, en fin, permite el asentamiento de un modo de vida esclavo que invita a pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y, sobre todo, más bienes acertemos a consumir. Frente a esto se impone la certeza de que, dejado atrás un nivel elemental de consumo, el acrecentamiento irracional de este último es antes un indicador de infelicidad que una muestra de lo contrario. Es razonable adelantar, por lo demás, que la crisis general por la que atravesamos está llamada a permitir que la conciencia en lo que respecta a estos sinsentidos se asiente en una parte significada de la ciudadanía.

2. ¿Cuáles son los pilares en los que se asientan los sinsentidos del crecimiento?


Son tres los pilares en los que se sustenta tanta irracionalidad. El primero es la publicidad, que nos obliga a comprar lo que no necesitamos y, llegado el caso, exige que adquirimos, incluso, lo que nos repugna. El segundo es el crédito, que históricamente ha permitido allegar el dinero que permitía preservar el consumo aun en ausencia de recursos. El tercero es la caducidad de los bienes producidos, claramente programados para que en un período de tiempo breve dejen de funcionar, de tal suerte que nos veamos en la obligación de comprar otros nuevos. Por detrás de todo ello despunta, en palabras de Z. Bauman, la certeza de que "una sociedad de consumo sólo puede ser una sociedad de exceso y prodigalidad y, por ende, de redundancia y despilfarro".  



Las otras preguntas:

3. ¿Debemos fiarnos de los indicadores económicos que hoy empleamos?
4. ¿No son muchas las razones para contestar el progreso, más aparente que real, que han protagonizado nuestras sociedades durante decenios?
5. ¿Por qué hay que decrecer?
6. ¿Cuál es la actitud que ante lo anterior exhiben nuestros dirigentes políticos?
7. ¿Basta, sin más, con reducir determinadas actividades económicas?
8. Esos valores, ¿son realmente ajenos a la organización de las sociedades humanas?
9. ¿Qué supondría el decrecimiento en las sociedades opulentas?
10. ¿Es el decrecimiento un proyecto que augura, sin más, la infelicidad a los seres humanos?
11. ¿Qué argumentos se han formulado para cuestionar la idoneidad del decrecimiento?
12. ¿También deben decrecer los países pobres?

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