Os presento esta novela, que estoy leyendo, de una autora brasileña, que llegó a Sevilla y que ha sorteado un sinnúmero de retos, tanto económicos, relacionales y de enfermedad para cumplir su sueño, escribir esta trilógia (de la cuál presenta su primer tomo), en la que unir las experiencias de su pasado en un relato conmovedor, tanto a nivel personal como social. Los ejes son el Poder, las relaciones hombre-mujer, adult@s-niñ@s, la violencia personal y social, la vida en el campo, el racismo... Os dejo con un resumen de la propia autora, gracias Dores por tu valentía.
Todo comienza en el Brasil de mediados del siglo XX. Nos encontramos de repente en un ambiente rural, campestre, donde una familia va a verse impelida a la necesidad después de un pasado bonancible y de desahogo económico gracias al abuelo paterno, padre del protagonista.
La familia está inmersa en los años de decadencia de un Brasil analfabeto, donde la mayoría de los terratenientes ocupaban despóticamente el territorio y los latifundios. Por esa misma época en el gobierno estaba la dictadura férrea de los militares y su influjo se dejaba sentir de manera insoportable en la gente campesina.
Con estas premisas empieza la novela a desarrollarse. La historia se ubica en las afueras de Sao Paulo, en pleno campo. La familia, característica como pocas, tiene en la figura del mestizo su principal protagonista: es el cabeza de familia y causante de todas las desgracias que le ocurren a los que le rodean. Deciden marcharse a los cafetales donde mestizo tiene el sueño de grandeza de verse convertido en un gran terrateniente del campo, dominador de todo y de todos. Y es ahí donde la historia de El Señor de la Razón tiene su espacio natural. Es ahí donde la familia va a verse incrementada e involucrada en todos los desvaríos que la fortuna—o mejor dicho, el infortunio—les deparará.
Una historia preñada de sucesos, de toda índole, positivos y adversos, y entrañable como pocas.
El campo, ámbito duro donde la familia explota a la propia familia, es un ámbito donde la ignorancia campa por sus fueros. La gente sin estudios, abocada al trabajo duro de la tierra, es claramente tradicionalista, apegada a las costumbres de sus ancestros pasados y que aún hoy sigue persiste en muchos estados de Brasil. Esto se puede comprobar en el episodio del profesor que trae nuevos aires a la Villeja y se encuentra con la oposición de la gran mayoría de los adultos por cuanto ven en la escuela un nido de ideas problemáticas para sus intereses, pues les merma la mano de obra para sus labranzas.
La historia se cuenta desde los ojos de una niña. Es, por ello, que su cosmovisión está teñida de un infantil sentimiento hacia el mundo que le ha tocado vivir. Esta niña va a verse enfrentada a mestizo en una relación de hostilidad cruenta y despiadada. La relación de los padres hacia los hijos era diferente según fuera el padre o la madre: en el padre encontraba a un hombre violento, despótico y sanguinario que hacía oídos sordos a todos los requerimientos de la familia. En la madre, en cambio, tenía el asidero natural que permitía el desarrollo de los afectos y los sentimientos normales de los pequeños. Mientras el padre era un ser diabólico, la madre encarna la dulzura y la bondad.
La relación entre hombre y mujer es muy característica y en la obra se muestra con toda crudeza el dominio del macho sobre las mujeres. Mestizo es un tipo engreído, soberbio, alcoholizado por la cachaza, y que trata a su compañera como a un trapo. La mujer, sin embargo, es sumisa, apocada y servil: tiene en la casa su función primordial, y además, por si fuera poco, es el brazo derecho de mestizo en las tareas del campo.
El poder, ese potro desbocado sin riendas que lo frene, es, en el caso de mestizo, un arma de doble filo: por un lado, se cree en posesión de la soberanía absoluta sobre todos allá donde va. Pero por el otro, en el transcurso de la obra, se verá constreñido a ser mero peón de intereses ajenos a su voluntad dictatorial. Es, por tanto, el poder un elemento que desarrolla la obra de modo nuclear y que da muestra del tipo de persona que es cada cual.
En suma, El señor de la Razón primera parte de la trilogía de El Polvo Rojo del Camino, es una novela apasionante, descarnada y que muestra el Brasil caboclo de su época de manos de la familia protagonista. Se verán envueltos en muchos sucesos de distinta índole de los que saldrán parados de desigual manera. Es una novela realista, que recuerda, sin embargo, la prosa de García Márquez, el realismo mágico, donde se entremezclan lo real con lo imaginario.
Todo comienza en el Brasil de mediados del siglo XX. Nos encontramos de repente en un ambiente rural, campestre, donde una familia va a verse impelida a la necesidad después de un pasado bonancible y de desahogo económico gracias al abuelo paterno, padre del protagonista.
La familia está inmersa en los años de decadencia de un Brasil analfabeto, donde la mayoría de los terratenientes ocupaban despóticamente el territorio y los latifundios. Por esa misma época en el gobierno estaba la dictadura férrea de los militares y su influjo se dejaba sentir de manera insoportable en la gente campesina.
Con estas premisas empieza la novela a desarrollarse. La historia se ubica en las afueras de Sao Paulo, en pleno campo. La familia, característica como pocas, tiene en la figura del mestizo su principal protagonista: es el cabeza de familia y causante de todas las desgracias que le ocurren a los que le rodean. Deciden marcharse a los cafetales donde mestizo tiene el sueño de grandeza de verse convertido en un gran terrateniente del campo, dominador de todo y de todos. Y es ahí donde la historia de El Señor de la Razón tiene su espacio natural. Es ahí donde la familia va a verse incrementada e involucrada en todos los desvaríos que la fortuna—o mejor dicho, el infortunio—les deparará.
Una historia preñada de sucesos, de toda índole, positivos y adversos, y entrañable como pocas.
El campo, ámbito duro donde la familia explota a la propia familia, es un ámbito donde la ignorancia campa por sus fueros. La gente sin estudios, abocada al trabajo duro de la tierra, es claramente tradicionalista, apegada a las costumbres de sus ancestros pasados y que aún hoy sigue persiste en muchos estados de Brasil. Esto se puede comprobar en el episodio del profesor que trae nuevos aires a la Villeja y se encuentra con la oposición de la gran mayoría de los adultos por cuanto ven en la escuela un nido de ideas problemáticas para sus intereses, pues les merma la mano de obra para sus labranzas.
La historia se cuenta desde los ojos de una niña. Es, por ello, que su cosmovisión está teñida de un infantil sentimiento hacia el mundo que le ha tocado vivir. Esta niña va a verse enfrentada a mestizo en una relación de hostilidad cruenta y despiadada. La relación de los padres hacia los hijos era diferente según fuera el padre o la madre: en el padre encontraba a un hombre violento, despótico y sanguinario que hacía oídos sordos a todos los requerimientos de la familia. En la madre, en cambio, tenía el asidero natural que permitía el desarrollo de los afectos y los sentimientos normales de los pequeños. Mientras el padre era un ser diabólico, la madre encarna la dulzura y la bondad.
La relación entre hombre y mujer es muy característica y en la obra se muestra con toda crudeza el dominio del macho sobre las mujeres. Mestizo es un tipo engreído, soberbio, alcoholizado por la cachaza, y que trata a su compañera como a un trapo. La mujer, sin embargo, es sumisa, apocada y servil: tiene en la casa su función primordial, y además, por si fuera poco, es el brazo derecho de mestizo en las tareas del campo.
El poder, ese potro desbocado sin riendas que lo frene, es, en el caso de mestizo, un arma de doble filo: por un lado, se cree en posesión de la soberanía absoluta sobre todos allá donde va. Pero por el otro, en el transcurso de la obra, se verá constreñido a ser mero peón de intereses ajenos a su voluntad dictatorial. Es, por tanto, el poder un elemento que desarrolla la obra de modo nuclear y que da muestra del tipo de persona que es cada cual.
En suma, El señor de la Razón primera parte de la trilogía de El Polvo Rojo del Camino, es una novela apasionante, descarnada y que muestra el Brasil caboclo de su época de manos de la familia protagonista. Se verán envueltos en muchos sucesos de distinta índole de los que saldrán parados de desigual manera. Es una novela realista, que recuerda, sin embargo, la prosa de García Márquez, el realismo mágico, donde se entremezclan lo real con lo imaginario.
Es un libro que sin duda alguna se debe leer!!!
ResponderEliminarSin duda Angie...
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