Una charla en Córdoba enmarcada dentro de las jornadas "¿Como te defiendes tú de la crisis?" de CNT-Córdoba.
"¿Qué supondría el decrecimiento en las sociedades opulentas?
Hablando en plata, lo primero que las sociedades opulentas deben tomar en consideración es la conveniencia de cerrar --o al menos de reducir sensiblemente la actividad correspondiente-- muchos de los complejos fabriles hoy existentes. Estamos pensando, cómo no, en la industria militar, en la automovilística, en la de la aviación o en buena parte de la de la construcción.
Los millones de trabajadores que, de resultas, perderían sus empleos deberían encontrar acomodo a través de dos grandes cauces. Si el primero lo aportaría el desarrollo ingente de actividades en los ámbitos relacionados con la satisfacción de las necesidades sociales y medioambientales, el segundo llegaría de la mano del reparto del trabajo en los sectores económicos tradicionales que sobrevivirían. Importa subrayar que en este caso la reducción de la jornada laboral bien podría llevar aparejada, por qué no, reducciones salariales, siempre y cuando éstas, claro, no lo fueran en provecho de los beneficios empresariales. Al fin y al cabo, la ganancia de nivel de vida que se derivaría de trabajar menos, y de disfrutar de mejores servicios sociales y de un entorno más limpio y menos agresivo, se sumaría a la derivada de la asunción plena de la conveniencia de consumir, también, menos, con la consiguiente reducción de necesidades en lo que a ingresos se refiere. No es preciso agregar --parece-- que las reducciones salariales que nos ocupan no afectarían, naturalmente, a quienes menos tienen". Carlos TAIBO Doce preguntas sobre el decrecimiento en Javier ENCINA y OTR@S (coord.) Autonomía y Autogestión. Reflexión y trabajo colectivo. UNILCO-espacio nómada. Sevilla 2014
La conferencia
Para seguir con el texto
Un video
"¿Qué supondría el decrecimiento en las sociedades opulentas?
Hablando en plata, lo primero que las sociedades opulentas deben tomar en consideración es la conveniencia de cerrar --o al menos de reducir sensiblemente la actividad correspondiente-- muchos de los complejos fabriles hoy existentes. Estamos pensando, cómo no, en la industria militar, en la automovilística, en la de la aviación o en buena parte de la de la construcción.
Los millones de trabajadores que, de resultas, perderían sus empleos deberían encontrar acomodo a través de dos grandes cauces. Si el primero lo aportaría el desarrollo ingente de actividades en los ámbitos relacionados con la satisfacción de las necesidades sociales y medioambientales, el segundo llegaría de la mano del reparto del trabajo en los sectores económicos tradicionales que sobrevivirían. Importa subrayar que en este caso la reducción de la jornada laboral bien podría llevar aparejada, por qué no, reducciones salariales, siempre y cuando éstas, claro, no lo fueran en provecho de los beneficios empresariales. Al fin y al cabo, la ganancia de nivel de vida que se derivaría de trabajar menos, y de disfrutar de mejores servicios sociales y de un entorno más limpio y menos agresivo, se sumaría a la derivada de la asunción plena de la conveniencia de consumir, también, menos, con la consiguiente reducción de necesidades en lo que a ingresos se refiere. No es preciso agregar --parece-- que las reducciones salariales que nos ocupan no afectarían, naturalmente, a quienes menos tienen". Carlos TAIBO Doce preguntas sobre el decrecimiento en Javier ENCINA y OTR@S (coord.) Autonomía y Autogestión. Reflexión y trabajo colectivo. UNILCO-espacio nómada. Sevilla 2014
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