La Esperanza es uno de los pilares del desempoderamiento...
Para comprender el desempoderamiento tendríamos que visualizarlo asentado sobre ocho pilares, que tienen que guardar un equilibrio, aunque sea inestable a lo largo del proceso, aunque en cada momento puede haber predominancias, que hay que equilibrar...
Para Gabriela SIERRA (2010:7): “Vista así la esperanza en la cotidianidad representa no sólo una oportunidad para explorar el mundo propio sino también nos ayuda a conocer los propios sentimientos y a darnos cuenta de como las propias acciones afectan e influyen el mundo propio y en la comunidad con la que compartimos la vida.
¿Qué futuro quiero hacer posible para Lucía?, ¿cómo me gustaría que fuera la vida para el bebé de Gabi?, ¿qué ciudad me comprometo a construir desde mi saber y desde mi deseo?, ¿qué deseo para mis estudiantes y cómo me comprometo con este querer?.
Avanzar del mundo conocido a la esperanza nos invita a abandonar la esfera de tranquilidad en que nos envuelve la cotidianidad conocida y dejarnos orientar por el deseo, abrirnos en libertad a las diferentes posibilidades atreviéndonos a soñar. Así sí puede ser la esperanza parte viva en nuestra vida habitual. Lo cotidiano, entonces, nos muestra el día a día que va apareciendo de una forma que puede ser rutinaria y, como señalé, nos ayuda por lo conocido y así lo podemos dejar. Desde otra perspectiva, esta misma cotidianidad es el ámbito para la esperanza al ser capaces de trascender la seguridad para avanzar hacia el encuentro que nos transforma, que hace realidad lo [im]posible”.
Para comprender el desempoderamiento tendríamos que visualizarlo asentado sobre ocho pilares, que tienen que guardar un equilibrio, aunque sea inestable a lo largo del proceso, aunque en cada momento puede haber predominancias, que hay que equilibrar...
Para Gabriela SIERRA (2010:7): “Vista así la esperanza en la cotidianidad representa no sólo una oportunidad para explorar el mundo propio sino también nos ayuda a conocer los propios sentimientos y a darnos cuenta de como las propias acciones afectan e influyen el mundo propio y en la comunidad con la que compartimos la vida.
¿Qué futuro quiero hacer posible para Lucía?, ¿cómo me gustaría que fuera la vida para el bebé de Gabi?, ¿qué ciudad me comprometo a construir desde mi saber y desde mi deseo?, ¿qué deseo para mis estudiantes y cómo me comprometo con este querer?.
Avanzar del mundo conocido a la esperanza nos invita a abandonar la esfera de tranquilidad en que nos envuelve la cotidianidad conocida y dejarnos orientar por el deseo, abrirnos en libertad a las diferentes posibilidades atreviéndonos a soñar. Así sí puede ser la esperanza parte viva en nuestra vida habitual. Lo cotidiano, entonces, nos muestra el día a día que va apareciendo de una forma que puede ser rutinaria y, como señalé, nos ayuda por lo conocido y así lo podemos dejar. Desde otra perspectiva, esta misma cotidianidad es el ámbito para la esperanza al ser capaces de trascender la seguridad para avanzar hacia el encuentro que nos transforma, que hace realidad lo [im]posible”.
Para profundizar su artículo: La vida cotidiana: libertad, amor y esperanza
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